sábado, 1 de septiembre de 2012

Guerras entre Maras



“Ver, Oír y Callar” se lee en uno de los tantos grafitis que llenan las paredes de Colonia Paraíso, una de las áreas mas violentas de El Salvador. Colonia Paraíso se ubica al oriente de la ciudad de San Salvador, en ella conviven cerca de mil familias, el 80% pertenecen o están relacionadas con la Mara Salvatrucha o la M 18, las dos pandillas juveniles que se pelean por controlar el territorio del país.
“Es muy difícil salir de aquí. Aquí no hay futuro” comenta a este medio un “marero” que no quiso ser identificado. “Vives con la cabeza gacha y no te puedes contradecir con ellos (los jefes de la organización)”.El “marero” explica que el se encargaba de “hacer la vuelta en los buses”, es decir, que se ocupaba de “cobrar la renta” a los conductores de autobuses, una modalidad de extorsión para permitirles el paso en determinadas zonas.
"El empresario que no paga se expone a que lo maten a él, a sus empleados y le quemen el bus o el microbús. Entonces que queda, pues pagar y no arriesgarse a que pueda suceder algo", explica al periódico hondureño “El Heraldo hn” el presidente de la Asociación de Empresarios de Autobuses, Genaro Ramírez.
Según la Federación de Cooperativas de Transporte Salvadoreño, el año pasado se pagaron 9.2 millones de dólares en extorsiones y cerca de 100 transportistas perdieron la vida en hechos relacionados con este delito.
Se estima que en El Salvador un 77% de las extorsiones derivan de “pandilleros” y el 23% de delincuentes comunes, mientras que el 50% del total de las actividades delictivas están relacionadas con las pandillas juveniles.
Además de extorsionar y asesinar, las pandillas juveniles, poseen nexos internacionales y están relacionadas con el robo, los secuestros y el tráfico de drogas. El problema se agrava ahora, ya que organismos oficiales de gobierno están relacionando a estos grupos de jóvenes delincuentes con los carteles de droga más importantes.
Las autoridades dicen que los carteles utilizan a los mareros como sicarios y para ingresar droga a diferentes países.
“Antes no era así”, dice otro testigo. “Antes, los militares arrestaban a los muchachos que se encontraban en la calle a la noche y los obligaban a servir en el Ejército”. El testigo se refiere a la época que antecede la década de los 90.
Hace poco más de 20 años, miles de jóvenes salvadoreños huyeron a Estados Unidos frente a la inminente guerra civil; un conflicto bélico interno en el que la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) se enfrentó a las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Marti Para la Liberación Nacional (FMLN). Escaparon del Ejército, los escuderones de la muerte, la guerra y la miseria. Muchos se fueron a vivir a Los Ángeles (California) y allí se ubicaron en las áreas más pobres. Sin documentos legales ni empleo, aprendieron en la calle los malos vicios de los pandilleros angelinos.

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